AULA ANIMAL / PROYECTO DE EDUCACIÓN ANTIESPECISTA / aulaanimal@gmail.com

Bonitas palabras de una ex alumna que ahora es vegana

25 Sep 2016

Nos alegra saber que algo queda en nuestros alumnos y alumnas más allá de letras y números.

Compartimos la carta que envía Alba, ex alumna del IES Miguel Catalán de Zaragoza : )

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Alba GordoHan pasado ¿Cuántos? 4 años. Todavía recuerdo el momento en el que le dije a mi familia que no quería comer más animales. Acababa de cumplir 16 años y según mi madre tenía un lavado de cerebro tremendo. En mi casa nadie me apoyó, bueno en realidad Lucrecio fue un apoyo muy grande. Mi madre me llamaría loca por esto, pero sí, en mi casa me apoyó el perro. Mi amor hacia él y los ojos con los que lo miro me daban fuerza. Al igual que podía ponerme en el lugar de un perro podía hacerlo con el animal muerto que tenía en el plato. En ese momento la comida paso a ser un cadáver; un cerdo, una vaca, un conejo, una oveja, una gallina, peces… asesinados para el disfrute humano. Yo ya no podía disfrutar de un plato tan macabro.

Con el paso del tiempo he ido entendiendo muchas cosas, voy intuyendo como funciona este puto engranaje opresivo en el que andamos metidas desde hace milenios, civilización lo llaman. El veganismo fue el comienzo, la primera bomba que estalló en mí, me llevo de lleno a la raíz de mucha basura que acabó siendo todo un vertedero. Y fui tejiendo redes, me empecé a interesar por el feminismo, el anarquismo, el transfeminismo, el lesbianismo político,…herramientas que incorporadas en mi cuerpo lo liberan.

Al fin y al cabo, dejar de consumir animales significó mucho más que cambiar mis hábitos alimentarios. Cambio mi forma de ver el mundo, de ver a la naturaleza, a los animales tanto a los
humanos como no humanos y de verme a mí misma. La especie humana paso a ser una especie más que cohabita el planeta. Sin embargo, todo lo aprendido hasta ese momento, la educación que había recibido decía lo contrario, situaba al ser humano por encima de todo, o mejor dicho al hombre. Ahí estaba el hombre heterosexual y blanco coronado rey del mundo, en lo alto de la pirámide, dueño y señor de la naturaleza. Un disparate de la ciencia y la razón que no podía entender. Y si soy sincera, ir dándome cuenta de ese orden jerárquico establecido me frustraba, era difícil situarme en un mundo así. Pero lo fui entendiendo y le fui poniendo palabrejas que lo explicaban; antropocentrismo, especismo, heteronorma, capitalismo… y gracias a la manada, a mis amores de siempre que ahí siguen y van creciendo fuimos cuestionando y encontrando nuestra forma propia de habitar y entender el mundo. Fueron mi apoyo y lo siguen siendo. Y además se unían, de 7 amigas 4 acabaron comiendo verde.

La recuerdo como una época muy agitada, de repente, por defender a los animales me vi obligada a defenderme a mí misma. Perdí el privilegio de la comodidad, me sentí desplazada de la norma, ya que, lo normal y normativo es comer animales. Por ello, mis decisiones eran constantemente cuestionadas violentamente sin escucha alguna, ¿acaso tiene algo que decir una cria de 16 años al mundo adulto? Igual que sentí que se hacían odios sordos a los animales, me di cuenta que ocurría lo mismo con las mujeres y más si somos jóvenes. Algo pasa que a lxs adolescentes no se les escucha, parece q solo tengan que escuchar ellxs. Menos callar y más hablar, fui ganando voz propia algo que el patriarcado se encarga de quitarnos. Me encontré con una opresión encima que no esperaba y eso me hizo crecer.

Así como en mi casa no me apoyaron, en el instituto tuve suerte o como dice mi madre ahí me comieron la cabeza. Aunque si hago memoria de toda mi vida ligada al sistema educativo, el tema del maltrato animal se ha tratado potenciándolo, y el mecanismo es muy fácil, desde que somos niñxs nos enseñan que la vaca es ese animal que nos da leche, la gallina huevos, el cerdo es jamón,.. y una lista sin fin de formas de explotación que nos muestran como algo natural, normal. Nos lo enseña la familia, la granja escuela, lxs maestrxs con sus cuentos, crecemos y aparece lx profe de biología o conocimiento del medio que en nombre de la ciencia y del conocimiento naturalizan la experimentación animal; el uso del cuerpo de animales como un objeto de estudio. No olvidaré los días de laboratorio rodeada de riñones de cerdo, cerebros de oveja y pulmones de animales muertos. No veía la diferencia entre comprar un cerebro para comérmelo o para abrirlo en canal, en ambos casos los animales son objetos de uso para el animal humano, y siempre salen perdiendo las otras especies. Por ello creo q el ámbito educativo potencia el maltrato animal, eso sí, siempre nos encontramos con lxs defensorxs de los perros, gatos o antitaurinxs y bien, es de agradecer, algo hacen pero no lo suficiente.

Hasta que no llegue a 4º de la Eso nadie me habló de la explotación animal, de las emociones de los animales y sus derechos. Fue Pilar, mi profe de lengua, de alguna forma era capaz de introducir valores en la asignatura. Me acuerdo de algún video, de los textos que teníamos que analizar, algún libro, pequeñas cosas que a mí me hacían pensar y hacerme preguntas.

Parecerá una tontería pero saber que la vaca da leche porque es tan mamífera como yo, o que los animales de “granja” tienen emociones como las tiene Lucrecio, desquebrajo un poquito mi mente. Como era posible que algo tan evidente no lo supiera. Escuchar palabras como especismo, seres sintientes, explotación animal o ver que se puede vivir sin consumir animales no me dejo indiferente.
Empecé a darme cuenta de mi propia ignorancia sobre el tema. No tenía ni idea de cómo vivían los animales “de granja”, los esclavizados. Busque información y vi lo que ocurre a diario en granjas y mataderos, ver cómo viven y mueren los animales provocó un cambio brusco en mi. El filete dejo de tener sabor y precio, para mi empezó a tener una historia, ya no era una comida más sino un ternero muerto más que no llego ni a los ocho meses de edad. No pude encontrar diferencia entre comerme un filete o beberme un vaso de leche de vaca o un huevo. Al fin y al cabo detrás de la leche y los huevos también hay vidas esclavas. Ante tal crueldad e injusticia lo mínimo que podía hacer era no participar en ello. En mi caso, el cambio de hábitos fue muy sencillo y rápido, lo viví como una consecuencia ante la injusticia que había percibido, fue y es un intento de reducir daños y sufrimiento. Quizás lo más complejo fue llegar hasta allí, hacerme preguntas y tener la inquietud de querer responderlas. Y en eso tuve suerte, al tener a una profe vegana.

Y lo agradezco mucho, puedo contar con los dedos de una mano lxs profes que me han enseñado algo de verdad más allá de memorizar, callar y estarnos quietas. Aprendí más de la gente que de los libros de texto. De lxs profes que se atreven a mostrar en clase las personas que son y nos muestran sus valores. Y a esas madres que dicen que nos comen la cabeza les doy la razón, el sistema educativo y ellas mismas nos comen la cabeza, hasta que una empieza a pensar y a tirar toda la basura con la que cargamos.

Así que gracias a esas valientes que no se callan y hacen de la educación una herramienta para cambiar el mundo. A mí me ha ayudado a cambiarme a mí misma. Y la cadena sigue, cada cambio que hacemos, cada vegana influye en muchas otras.