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Wislawa Szymborska, Nobel de Literatura, nos recuerda nuestra animalidad en sus poemas

17 Ene 2019

Wislawa Szymborska es una de las pocas mujeres escritoras reconocidas con el Nobel de Literatura. Sus poemas nos recuerdan nuestra animalidad con gran detalle y sensibilidad y dan respuestas a preguntas sin respuesta. No dejes de leer a una de las mejores poetisas del siglo XX.

Animales circenses

Al compás patalean los osos,
el león salta por un aro en llamas,
el mono con túnica amarilla anda en bici,
chasquea el látigo y la musiquilla suena,
chasquea el látigo y mece los ojos de los animales,
el elefante pasea con una garrafa en la cabeza,
los perros bailan midiendo los pasos con cuidado.

Siento mucha vergüenza, yo – humana.

No se divirtieron bien ese día:
no les faltaron aplausos sonoros,
aunque la mano, un látigo más larga,
lanzaba su aguda sombra sobre la arena.

 

Elogio de la mala conciencia de uno mismo
El buitre no tiene nada que reprocharse.
Los escrúpulos le son ajenos a la pantera negra.
No dudan de lo apropiado de sus actos las pirañas.
El crótalo se acepta sin complejos a sí mismo.

No existe un chacal autocrítico.
El tábano, la langosta, la tenia y el caimán
viven como viven y así están satisfechos.

De cien kilos es el corazón de la orca,
pero no le pesa.

Nada más animal
que una conciencia limpia
en el tercer planeta del Sol.

 

Visto desde arriba

Sobre un sendero yace un escarabajo muerto.
Ha doblado con cuidado sus tres pares de patitas sobre el vientre.
En lugar del caos de la muerte –orden y esmero.
El horror de esta imagen es moderado,
el alcance estrictamente local, entre la grama y la menta.
La tristeza no contamina.
El cielo es azul.

Para nuestra tranquilidad su muerte es más superficial,
los animales no fallecen, simplemente, se mueren
perdiendo –queremos creerlo—menos sentimiento y menos mundo,
al abandonar –pensamos—un escenario menos trágico.
Sus ánimas sumisas no nos asustan de noche,
respetan la distancia, saben qué es el rigor.

Y aquí está sobre el sendero el escarabajo muerto,
en un estado no lamentable brilla el sol.
Da lo mismo pensar en él o mirarle:
no parece que le haya pasado nada importante.
Lo importante, dicen, sólo está unido a nosotros.
Sólo a nuestra vida, sólo a nuestra muerte,
la muerte que se regocija de su forzada primacía.