AULA ANIMAL / PROYECTO DE EDUCACIÓN ANTIESPECISTA / aulaanimal@gmail.com

Cómo evitar conflictos con las familias

26 Dic 2016

Una de las preguntas más habituales en los cursos de formación del profesorado que imparte Aula Animal junto con CGT Enseñanza Aragón hace referencia a cómo evitar problemas con las familias. La preocupación es sensata pues los temas conflictivos pueden generar tensiones y a ningún sector de la comunidad educativa le beneficia esta situación. Hablar en favor de los derechos animales supone cuestionar los valores que se transmiten en el proceso educativo, no solo en la escuela, sino también en el entorno familiar. Por eso es necesario hacerlo con precaución, para evitar que nadie se sienta atacado.

Hasta el momento a ninguna de las personas que formamos Aula Animal, ninguna familia, ni equipo directivo, ni inspector nos ha recriminado tratar el tema del respeto animal en el aula. Esto se debe, en cierta medida, a que tenemos en cuenta el cuándo abordar la cuestión y el cómo hacerlo.

Antes de mostrar un punto de vista alternativo al que ofrece la sociedad sobre el tema animal es importante conocer a los alumnos y alumnas. Sólo en un clima de respeto recíproco se respetarán y valorarán las ideas nuevas que se exponen. No es necesario, por tanto, comenzar en septiembre a hablar de Especismo, tenemos un curso por delante. Podemos esperar a que surja el momento adecuado sin forzar la situación.

Las ideas debemos exponerlas, no imponerlas.  Para que nadie se sienta atacado hay que evitar comenzar cuestionando prácticas que las alumnas y los alumnos hacen en su día a día, como el consumo de animales como alimento. Podemos decir simplemente que creemos que los animales no están en este mundo para satisfacer nuestras necesidades, sino para disfrutar de sus vidas, como cualquiera de nosotros. Esto, muy probablemente haga que alguien diga que «entonces no podremos comer animales», lo que brinda la oportunidad de decir que no comemos animales. Tampoco es necesario ocultarlo.

La idea de no consumir animales será una conclusión a la que habrá llegado alguien del grupo, no una idea ya procesada que se haya expuesto por la maestra o el profesor.

Una vez que se haya generado en un grupo el debate sobre el trato que damos a los animales surgirá en los restantes grupos. A las alumnas y alumnos les encanta saber sobre la vida y las ideas personales de quien tienen delante. El momento en el que dices que no consumes productos de origen animal suele crear un clima de atención y silencio en el aula que no logra la mejor explicación sobre un contenido estrictamente curricular. Esta información sobre ti pronto se extenderá no solo por tu alumnado, sino posiblemente por alumnos a los que no das clase, e incluso se lo contarán a otros docentes y a sus familias. Cuando vayas a la siguiente clase, si has conseguido crear un clima de confianza, alguien te preguntará, «hemos oído que eres vegano/a, ¡¿es verdad?!»

Pero, como decíamos, el respeto animal puede ser entendido como un ataque, aunque esta no sea nuestra intención. El primer curso que trabajé de profesor un alumno me contó que iba todos los domingos y muchas tardes con su padre a cazar conejos. Yo le pedí que la próxima vez que tuviese a un animal en el punto de mira pensase que en sus manos estaba la decisión de dejar vivir al conejo. Que si disparaba, ese conejo en concreto perderá la posibilidad de disfrutar del resto de su vida y que su familia se sentirá dolida por la muerte.

A los pocos días me contó que seguía yendo a cazar, y que su padre le había dicho que yo «decía muchas jilipolleces». A mí me hizo gracia el comentario de su padre, pero creo que a su padre no le hacía gracia lo que yo le había dicho a su hijo. Pocos meses más tarde tuve una tutoría con la madre -el cuidado de los hijos y la educación siguen ligados a la figura materna-. Me consta que, aunque no lo había expresado tan nítidamente, ella opinaba igual que el padre y que ambos sabían que yo conocía su punto de vista.

La conversación en la reunión giró estrictamente sobre temas académicos, ambas partes evitamos hablar sobre la cuestión animal. Yo pensé que hablar de eso no aportaría nada positivo y ella era consciente de que el hecho de que yo hubiese expuesto mi punto de vista no había alterado las costumbres familiares -padre e hijo seguían matando conejos-, algo que seguro le reconfortaba. Pero también creo que la relación que yo tenía con su hijo ayudaba a evitar situaciones de confrontación. En ningún momento le hablé con desprecio por ser cazador, e intenté ayudarle con las dificultades que presentaba en la asignatura. Los profesores no podemos olvidar que los alumnos que disfrutan matando animales son, en gran medida, víctimas de una educación que les ha anulado la empatía más allá de la especie, juzgarlos es un error que no debemos permitirnos.

He tratado temas incluso más conflictivos en el aula y tampoco he recibido quejas formales. Cuestionar aspectos religiosos supone, para muchas personas algo que nunca se debería hacer. Por eso los alumnos y alumnas suelen sorprenderse cuando digo, por ejemplo, que la escuela debe fomentar el pensamiento racional y no la fé, que consiste en creer en hechos sobrenaturales sin pruebas. Por tanto el fomento de la fé, debe restringirse a la iglesia. Las familias que quieran que sus hijos o hijas desarrollen pensamientos religiosos son libres de hacerlo, pero en el lugar adecuado, respetando el carácter laico de la escuela igual que las personas laicas y ateas no intentamos exponer nuestra visión en las iglesias, porque respetamos la actividad que en ellas se realiza.

Imagino que después de abordar estas cuestiones, el grupo de whatssap aletargado de las madres de la clase, revivirá y exagerará mis palabras. Las ideas serán valoradas como excéntricas, pero supongo también que no se hablará de mi como una mala persona y se reconocerá que trato bien a sus hijos e hijas. Pero llegará un día, seguro, que una madre o un padre tengan una queja sobre mi -generalmente es debido a la calificación de un examen- y utilizarán el tema de los animales como un as en la manga para reprochar al profesor. Es posible -aunque menos probable- que esta queja venga del equipo directivo o incluso de inspección.

Habrá que responder diciendo la verdad. Estos debates surgen espontáneamente, no se buscan, pero tampoco se evitan. En mis clases nos podemos expresar libremente, incluido el profesor. Si defendiese las posturas opuestas (que el uso de animales como recurso está bien o que la religión debe estar presente en la escuela), a nadie le parecería mal. Considero además que mostrar un punto de vista diferente al que defiende la mayor parte de la sociedad fomenta el pensamiento crítico, especialmente cuando se tratan temas que raras veces se cuestionan, como la religión o el uso de animales.