“Si observas lo que pasa en la naturaleza, verás que el ratón se come al gusano, el armiño se come al ratón, el zorro se come al conejo y el lobo se come al cordero. Debemos llevar una alimentación natural.” ¿Cuántas veces lo hemos oído? Si no consumes productos de origen animal, seguramente no las puedas enumerar.
Y es cierto, cuanto menos procesada está la comida, menos distancia haya recorrido y menos azúcares añadidos contenga, más nutrientes nos aportará, a nosotras, a nuestro hijos y a nuestras hijas.
Pero los animales no producen sus alimentos, recolectan los vegetales, raices y frutos que ven en su entorno, depredan o carroñean. Si hay una forma de producción más alejada del entorno natural es la producción cárnica. Las granjas industriales -donde los animales son separados de sus crías de forma sistemática, acinadas, engordadas con alimentos hipercalóricos de baja calidad, tratadas con antibióticos y hormonas, para después ser “sacrificadas”- no son el mejor ejemplo de alimento “natural” que puedas dar a tus hijos e hijas. Los millones de peces capturados por flotas pesqueras o las granjas piscícolas que proliferan a medida que se aniquilan animales marinos, tampoco son un buen ejemplo de una alimentación natural.
Paradójicamente lo antinatural parece ser sólo tomar dos pastillas de suplemento de vitamina B12 a la semana. “No me parece bien que hagas tomar pastillas a tus hijos toda la vida”. Si pegas a tu hijo en público o obligas a tu hija a besar a un desconocido, seguramente nadie te dirá nada. Pero si alimentas a tu hija con una dieta libre de productos de origen animal, también habrás escuchado esa frase. Y no importa que la dieta sea, sana y equilibrada. No importa que esté avalada por un nutricionista. No importa que te hayas documentado sobre el tema y esa persona no tenga unas nociones básicas sobre nutrición. Si la persona que tienes delante tiende a opinar sobre lo que desconoce, aunque no se le haya preguntado y ha oído que las personas veganas tomamos un suplemento vitamínico, lo dirá.
No es cierto que no se pueda llevar una vida rica en vitamina B12 sin consumir productos que supongan una explotación animal. Los homínidos nos hemos alimentado de carroña desde nuestro origen hace millones de años, mientras que la domesticación comenzó hace unos pocos milenios. Puede sonar a disparate, pero si el criterio para elegir un alimento es observar la naturaleza, comer carroña es más natural que la domesticación y una fuente de vitamina B12 garantizada que no causa explotación.
A quien, como a mí, no le atraiga la primera sugerencia, traigo otra de la mano del Dr Michael Greger (especializado en nutrición y salud; fundador de www.NutritionFacts.org). En el documental Food Choices explica por qué quienes quieren evitar los pesticidas, el primer paso que deben hacer es adoptar una alimentación vegetariana estricta, el segundo es hacerlo de forma orgánica. Pero a continuación aborda también la cuestión de la vitamina B12.
Explica que todas las vitaminas son originadas en los vegetales, excepto dos: la vitamina D que la crea nuestro organismo con la ayuda del Sol y la vitamina B12, que la producen unas bacterias. Si bebemos agua de un río, seguramente estaremos incrementando nuestros niveles de vitamina B12. Pero para evitar enfermedades como el cólera cloramos el agua y matamos a todas las bacterias, las buenas y las malas. Por eso él prefiere utilizar suplementos o alimentos enriquecidos con vitamina B12 (algunas galletas, cereales para el desayuno, bebidas vegetales, etc.).
Esta visión es la que comparten todas las veganas y veganos que he conocido hasta el momento. No nos guiamos por lo que es más natural, sino por lo que es más ético, mejor para nuestra salud o mejor para nuestro entorno.
Pero llegado a este punto quizá nos aferremos a la idea de que la vitamina B12 de origen animal sigue siendo “más natural” que los suplementos vitamínicos procedentes de la industria farmacéutica, incluso si conocemos la realidad de la ganadería y la pesca industrial.
Javier Ruiz, a quien puede que conozcas por una carta suya que se hizo viral en 2015 titulada “De cómo tu perro cambió mi vida” ha publicado reciéntemente su primer libro “De cómo los animales viven y mueren”. En él recoge el siguiente texto extraído del artículo Do carnivores need Vitamin B12 supplements? (¿Necesitan los carnívoros suplementos de vitamina B12?) firmado por Rooke (2013):
“No obstante, el ganado ya no se alimenta de hierba, y los pollos no picotean en el suelo de las granjas industriales. Además, aunque lo hiceran, los pesticidas a menudo matan la vitamina B12 que producen las bactterias y los insectos presentes en la tierra. Los antibióticos pesados eliminaban las bacterias productoras de B12 que se encuentran en los intestinos de los animales de granja. Por ello, con el fin de seguir manteniendo la carne como una fuente de B12 pese a estos dos factores, la industria cárnica añade esta vitamina en la alimentación del animal de forma artifical: el 90% de los suplmentos de B12 del mundo son alimento para el ganado. Incluso si una persona únicamente comiera carne orgánica alimentada con pasto es posible que no fuera capaz de absorber la vitamina B12 unida a la proteína animal. Así pues, podría ser mas eficaz saltarse el consumo de animales y obtener la B12 directamente de los suplementos”.