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Continuidad, de Rosa Montero

8 Feb 2015

Buen artículo de Rosa Montero publicado en El País. Como siempre, relacionando circunstancias políticas y sociales con la cuestión de los animales.

Si eres profe de Lengua castellana, conocidos son los textos de esta periodística para trabajar el análisis textual y sus estructuras, siempre claras y con argumentos contundentes.

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El ISIS proyectó en Siria, en una pantalla gigante en una plaza, el video atroz del jordano abrasándose. Vi con desmayo en Internet a una linda quinceañera aplaudiendo y riendo con el mismo embeleso con que contemplaría al cantante de moda. El jordano, despojado de su humanidad, cosificado, no era más que una excusa para multiplicar la cohesión delirante y fanática, la pertenencia a la horda.

En estos días el Senado español tramitará las leyes sobre los animales dentro del proyecto de reforma del código penal. El Observatorio Justicia y Defensa Animal lleva años trabajando para que haya un avance real en este tema. Hay que conseguir que la pena por un maltrato especialmente cruel sea de dos años y un día, lo que permitiría encerrar a esos canallas. Hasta ahora, se haga la aberración que se le haga a un animal, el verdugo jamás va a la cárcel. Con la reforma será penada la explotación sexual de los animales, pero por desgracia el nuevo código no castiga el abuso sexual si no media dinero. Esta práctica sádica y brutal es más común de lo que se cree. El Observatorio ha reunido 160.000 firmas en contra y pide que no perdamos esta oportunidad de igualarnos a los demás países de nuestro entorno: Alemania, Francia, Reino Unido…

¿Les parece que he dado un salto mortal en el vacío al pasar del espanto indecible y enloquecedor del jordano al humilde pero también indescriptible sufrimiento de las bestias? Yo, en cambio, considero que hay una clara continuidad en ello. Que, si aprendemos a sentir empatía por todos los seres vivos, nos será más fácil no cosificar a nuestros semejantes, no aceptar el dolor y el horror con esa nauseabunda banalidad. Y además: ¿quien va a defender a esos pobres, mudos animales, si no lo hacemos nosotros?